-¡Toma putita! ¿te gusta?- le
decía mientras la desgarraba. Clara al principio intento defenderse. Trató de
pedir auxilio a los gritos, pero el frio metal del arma reglamentaria del
sargento Basualdo apoyado sobre su sien la dejó muda. Después de callarla le
metió en la boca la pija dura y hedionda.
En la celda de al lado, Sofía,
que se había defendido con mayor vehemencia,
ya estaba tirada en el suelo. Sangraba, con el cuerpo lleno de moretones
mientras varios oficiales jugaban, rodeándola, a ver quien le acababa primero
en la cara. Después la subirían a un catre con las piernas
abiertas para cogérsela, antes de que se enfriara.
Pocos días después, el cuerpo de
Sofía, fue encontrado en un descampado muy cerca de la parada del colectivo
donde las habían levantado aquella noche.
A Clara, en cambio, la enviaron al prostíbulo que tenía el primo del
comisario, en el interior de la provincia de Salta.
después de quitarse el maquillaje
sola en la cama
sintió ganas de llorar
sin embargo, no pudo
le habían quitado hasta las lagrimas
ya nada le pertenecía
salvo el miedo.